En la época prehispánica, los cuerpos de agua desempeñaban un papel fundamental para que grupos de pobladores lograran asentarse y florecer. En el norte de Mesoamérica y la parte central de México, había 25 lagos, que junto con los bosques de pino-encino fueron el hábitat natural de las civilizaciones sedentarias de mayor importancia. | ||||||
La cuenca del lago de Pátzcuaro
albergó a uno de los grupos sociales más importantes del posclásico
mesoamericano, los tarascos,
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Antes de los tarascos o purépechas, los antiguos pobladores de la cuenca del lago de Pátzcuaro eran artesanos y alfareros que se dedicaban a la pesca, a la agricultura de humedad en las orillas del lago y de temporal en las terrazas de las laderas bajas. Después, a la llegada de los tarascos (según Perlstein [1994: 27] posterior al 1350 d. C.) se dieron una serie de cambios en la organización social y política de los grupos humanos que habitaban la zona. De la combinación de aquellos que llegaron con los que ya estaban asentados ahí, surgió una nueva cultura dominante con una arquitectura singular, el uso de metales específicos para la elaboración de herramientas de trabajo, objetos suntuarios y domésticos, el comercio y la alfarería ceremonial (Cárdenas, 1996: 29). | ||||||
Con la presencia de los purépechas comenzaron las grandes transformaciones antrópicas en la cuenca del lago de Pátzcuaro, ya que el establecimiento del manejo hidráulico para la producción agrícola y de terrazas en los taludes de los volcanes alrededor de la cuenca, modificaron el paisaje. | ||||||
Los tarascos llegaron a dominar un territorio cuyo centro se encontraba en la cuenca del lago y llegaba más allá de los límites del actual estado de Michoacán. Pátzcuaro, Ihuatzio y Tzintzuntzan fueron los asentamientos que fungieron como centros de poder. | ||||||
Durante este periodo, los tarascos llegaron incluso a incorporar poblados ribereños de la Ciénaga de Chapala, a los cuales pedían tributos gramíneos, frutales, hortícolas y manufacturados (Boehm de Lameiras, 1999: 213). | ||||||
El desarrollo histórico
durante este periodo se divide en tres etapas:
Este último acontecimiento es considerado como el fin del imperio tarasco, aunque para otros autores terminó antes con la entrada de Cristóbal de Olid, uno de los capitanes de Hernán Cortés a Tzintzuntzan en 1522 (Schöndube, 1996: 15). |
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La gran extensión que alcanzó el imperio tarasco le permitió un mejor aprovechamiento de los recursos naturales sin provocar inestabilidad en el paisaje. Este grupo basaba su dieta tanto en animales acuáticos como peces, patos, ranas, acociles, huevos de insectos y larvas, así como en animales provenientes de los bosques de la cuenca como venados, conejos, palomas, codornices y pavos. Asimismo, en las tierras situadas entre el lago y la montaña se cultivaba maíz, frijol, calabaza, maguey y amaranto bajo diferentes sistemas agrícolas como el de las chinampas. De los bosques cercanos se utilizó la leña para la construcción y elaboración de herramientas; también se cultivaron vegetales que les servían como fibras, medicinas y colorantes (Toledo & Argueta en: Toledo et al, 1992: 219). El sistema de chinampas comenzó a utilizarse en Mesoamérica entre 200 y 800 años a.C. y tuvo su mayor auge entre 1300 y 1500 d.C. con los aztecas. |
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